Categoría: Vacaciones

Vacaciones en alta mar: Nuestra primera vez en crucero con un bebé

Reconozco que siempre me habían llamado la atención este tipo de viajes. Eso de subirse en un majestuoso barco y pasar una semana de puerto en puerto, cada día amaneciendo en una ciudad diferente, sonaba, cuanto menos, interesante… Lo había comentado en varias ocasiones con amigos y familiares y me encontraba todo tipo de opiniones: desde personas que ya habían pasado las vacaciones en un crucero y eran auténticos adictos a esta fórmula hasta otros que se mostraban de lo más relaciones a esta opción, ¡algunos sin haberlo probado siquiera!

Pipe y yo llevábamos un tiempo con esa idea rondándonos la cabeza. Somos muy de escapadas DIY –yo me lo guiso, yo me lo como–, pero ciertamente esta alternativa se presentaba como de lo más relajante y perfecta para desconectar. Unos buenos amigos de Algeciras, Rubén y Rocío, nos hablaron bien de MSC, la compañía con la que hemos debutado, y a esta ecuación añadimos que Felipe apenas tenía unos meses y no sabíamos cómo plantearnos las vacaciones. “¿Qué tal si probamos un crucero por el Mediterráneo?”, nos preguntamos. 

Le vimos muchos pros, la verdad. Cómodo a más no poder. Sueltas la maleta nada más llegar al barco, te dan tu camarote y ya es solo dejarte llevar. Ver las paradas que se hace, decidir qué puertos de mar te apetece descubrir y el resto del tiempo aprovechar de un auténtico transatlántico con todo lujo de detalles para no aburrirte, si es lo que buscas. Si prefieres encontrar rincones en los que desconectar, esta también es una excelente opción. Y como decíamos, al ir con un bebé el viajar en crucero se nos antojaba especialmente acertado

Tienes tu camarote, como si estuvieses en un hotel, con servicio de habitaciones inclusive. A bordo hay todo tipo de zonas de ocio, bares, restaurantes, cafeterías, piscinas, animación y espectáculos. Si te apetece aprovechas para hacer una excursión a la ciudad en la que amanezcas y sino lo dicho, en semejante medio de transporte hay todo cuanto puedas imaginar y necesitar. 

Más adelante, en un post especial, hablaré con detalle de las excursiones que realizamos con Felipe –¡al final bajamos en todos los puertos!– pero antes quiero daros unas anotaciones sobre el barco con el que debutamos en este mundo que, lo confieso, nos ha enganchado. Es un tipo de escapada perfecta para unas vacaciones en familia. Nosotros partimos a mediados del mes de octubre de Barcelona, un crucero por el Mediterráneo a bordo del MSW Seaview, una de las grandes novedades de esta naviera. ¡Un espectáculo! 

Crucero por el Mediterráneo con MSW Seaview

Este barco ha creado precedente en la historia del diseño naval. Cuenta con 2.067 camarotes para pasajeros y 759 para la tripulación, 323 metros de eslora y 41 de manga, con una estructura única, un impresionante paseo marítimo de 360 grados con barandillas de cristal que ofrece una panorámica única del mar. Para divertirse, una piscina en cubierta donde se suceden las actividades y animación, con bar incluido para tomar cócteles, combinados y todo tipo de tentempiés, helados y snacks. En la parte de abajo, conectada con la cubierta superior a través de dos ascensores panorámicos, la piscina south Beach, para tomar el sol y ver el atardecer.

En el interior, diferentes restaurantes, especializados en comida japonesa, italiana, un europeo o varias opciones de bufé para quienes prefieran mayor variedad. Este suele ser de los más frecuentados por quienes viajan con niños, al encontrar una mayor propuesta de platos que pueden gustar a los pequeños. Nosotros, que entonces viajábamos con nuestros purés y potitos para Felipe, nos fuimos dejando llevar por el momento… 

Al caer la noche, espectáculos de música y teatro en un auditorio y con una calidad difícilmente imaginable, teniendo en cuenta que estábamos en un barco y en pleno mar Mediterráneo. Al terminar, unas copas en el bar, en el llamado Atrio Doble de cristal donde además se servían todo tipo de cócteles y bebidas. 

Diversión a bordo para los más pequeños

En este resumen de infraestructuras y servicios en alta mar merece un apartado especial los espacios destinados a los más pequeños, tanto para niños como para adolescentes. La naviera estrenó en 2018 Family Explorer Club, un concepto con el que quieren que tanto niños como papás y mamás disfruten al máximo la estancia en el barco. Se organizan excursiones en tierra a medida de estos pequeños turistas y se ponen en marcha grupos formados solo por familias, itinerarios que no superan las tres o cuatro horas de duración para que los chicos no se cansen en exceso. 

Hay que citar además a Doremi, la mascota de la compañía. Este amigo de los peques, un gran sol siempre sonriente, es el que se ocupa de animar muchas de las veladas dedicadas a nuestros hijos, tanto en instalaciones específicas que se encuentran a lo largo y ancho del barco como en la zona de la piscina. Talleres de cocina, animaciones con cante y baile, juegos y actividades… Estos se desarrollarán en los más de 700 metros cuadrados de áreas infantiles y juveniles de MSW Seaview, lo que lo convierte en el crucero con mayor espacio destinado a estos menesteres. En estos se incluye la habitación Chicco para bebés, que nosotros las conocimos con un Felipe que gateaba por toda la estancia y jugaba de acá para allá, y dos estancias de Lego, una con ambientación isleña, para niños de entre 3 y 6 años, y otra con temática pirata, para los chicos de entre 7 y 11 años. 

En lo que respeta a los camarotes, la verdad es que no faltaba detalle. Además, al tratarse de un barco que se estrenaba ese mismo año –su viaje inaugural tuvo lugar en verano de 2018 y nosotros nos embarcamos en octubre–, estaba todo prácticamente a estrenar. El camarote que escogimos con vistas al mar, por lo que quedan para el recuerdo estampas en las que ver amanecer o anochecer desde esa terracita. También el encanto de llegar a un puerto nuevo y ver la llegada y después zarpar desde ese mismo lugar. 

Vamos, en definitiva, una experiencia redonda para nosotros. Sin lugar a dudas es de esos viajes en familia que recomendaría, especialmente para quienes estén planteándose donde ir de vacaciones con un bebé. Un crucero siempre es una buena opción… ¡para todos los públicos!

Nuestra semana en Tenerife con niños

Hace justo un año los primos Blanca y Octavio nos anunciaban su buena nueva: ¡Se casaban! Yo entonces estaba embarazada de Felipe, así que rápidamente mi pareja y yo nos miramos cómplices: “¡Ya tenemos el primer destino de nuestro pequeviajero!” Dicho y hecho: empezamos a planear nuestras primeras vacaciones con niños en Tenerife. Miramos vuelos y los compramos –del 20 al 26 de agosto de 2018. La boda ha sido en plena temporada alta para la Península, así que pese a sacar los billetes con mucha antelación nos han salido por una cantidad ‘importante’: 180 euros ida y vuelta. Para nosotros, acostumbrados a viajar en modo low cost, sí se nos antoja una cifra a tener en cuenta, pero bueno, por una semana merece la pena. 

El coste del billete de avión de bebés y/o niños varía en función de la compañía aérea con la que vueles (M. S.).

El coste del billete de avión de bebés y/o niños varía en función de la compañía aérea con la que vueles (M. S.).

Por Felipe solo pagamos las tasas, que en este caso no supuso una subida notable del precio pero que si vas en aerolíneas low cost te darás cuenta que suponen unos euros de más nada desdeñables, ¿eh? El caso es que ya con los vuelos en mano, reservamos alojamiento, en este caso sin complicarnos en exceso porque fue una sugerencia de la novia, cerca de donde se iba a celebrar el enlace. Nos quedamos en GF Noelia, en Puerto de la Cruz, con una relación calidad-precio en mi opinión, buena. Ha sido una estancia barata pero obviamente el hotel no era una maravilla. Estaba bien, las habitaciones –al menos la nuestra– amplias y limpias, con un pequeño office y una terraza, piscina en la azotea, un personal de lo más amable… El único ‘pero’ en mi humilde opinión ha sido el buffet, bastante mejorable. Teníamos contratada media pensión, así que allí hacíamos los desayunos y las cenas. Los primeros no estaban del todo mal, pasable, pero la última comida del día dejaba mucho que desear. 

Salimos de Málaga. Facturamos maletas –los billetes nos incluían un equipaje para maletero y los de cabina pero nos permitieron facturarlo todo–, fuimos a tomar un café, puerta de embarque… ¡Emoción máxima! Y es que además no íbamos solos sino que nos acompañaba toda la familia de mi pareja y llevábamos a una acompañante especial, mi sobrina Jimena, así que aquello era toda una aventura. Subíamos al avión seis adultos y seis niños y en destino nos esperaba el resto de la troupe de estas vacaciones con niños en Tenerife. 

Llegamos al aeropuerto del sur de la isla, que está a unos 90 kilómetros aproximadamente. La vuelta la hacíamos desde el del norte, muy cerca de Puerto de la Cruz, donde estábamos pernoctando. Como recomendación, si te preguntas en qué aeródromo aterrizar, lo cierto es que las distancias son relativamente cortas en ambos casos, la verdad, por lo que yo me decantaría por el billete de avión a Tenerife que me ofrezca mejor precio. Nosotros una vez con los pies en las Canarias alquilamos un coche –lo habíamos reservado previamente, porque puedes encontrarte con que no hay vehículos disponibles, teniendo en cuenta lo turístico del lugar.

El vuelo Málaga-Tenerife tuvo una duración de dos horas y media aproximadamente (M. S.).

El vuelo Málaga-Tenerife tuvo una duración de dos horas y media aproximadamente (M. S.).

Los autos que nos asignaron fueron una furgoneta y un turismo. Ambos tenían ya unos cuantos años, ¿eh? Especialmente la furgoneta. Las sillitas de los peques, todas, en el sentido de la marcha y la de Felipe, el único bebé que iba en nuestra pandilla, era un maxi-cosi. Ya nos habían advertido unos amigos que viajan mucho con niños que suelen tener sistemas de retención infantil que deja bastante que desear y así fue. Para próximas escapadas contactaremos directamente con el rent a car para advertirles que nos gustaría que pusieran a nuestro disposición sillas que ofrezcan mayores garantías para ir por carretera.

La sillita del coche de alquiler, como ya nos habían comentado algunos amigos, dejaba mucho que desear (M. S.).

La sillita del coche de alquiler, como ya nos habían comentado algunos amigos, dejaba mucho que desear (M. S.).

Todos a bordo y en mente buscar un sitio para almorzar. El hecho de viajar con peques supone tener en cuenta ante todo sus necesidades. Era mediodía y tenían tanta hambre –o más– como los adultos. Nosotros en mente teníamos probar uno de los típicos guachinches tinerfeños así que nos pusimos a buscar alguno recomendado en Trip Advisor. Son establecimientos donde se suele servir comida tradicional de la isla: guisos caseros, como garbanzas con costillas, conejo en salmorejo, costillas con papas, bubangos (calabacines) rellenos, papas con mojo, carne de fiesta (cerdo adobado en cubitos), churros de pescado (pescado rebozado), etc. En concreto nos fuimos a Las Chozas El Pastor, en La Orotava. ¿Qué nos pareció? Pues bueno, no estuvo mal del todo. Curioso cuanto menos. La comida aceptable, el trato muy amable y la experiencia interesante. Sin más.

Lo que viene a continuación es lo normal de este tipo de escapadas: fuimos al hotel para el check in, dejamos las maletas, almorzamos, descansamos un poco –es lo que tiene viajar con un bebé de siete meses– y por la tarde fuimos a pasear por Puerto de la Cruz.

Qué ver en Puerto de la Cruz

Aquí es donde está el célebre Lago Martiánez –que los visitamos el miércoles– y el famoso Loro Parque – fueron a verlo el domingo. Es una localidad con cierto encanto, antiguo pueblo de pescadores que se convirtió en puerto comercial del norte de la isla y que se considera fue el lugar donde comenzó el turismo canario. 

Puerto de la Cruz se encuentra en el valle de la Orotava, limitando con Los Realejos y la Orotava. El casco urbano está a nueve metros sobre el nivel del mar y puedes encontrar rincones como el Mirador de la Paz que son una suerte de balcón al Atlántico. Desde aquí puedes ver tanto la playa Martiánez como el complejo del lago. La verdad es que desde el hotel Noelia podíamos ir andando más o menos a todos los puntos de interés de Puerto de la Cruz. Había que andar un poco pero da gusto pasear por aquí, ¡más estando de vacaciones!

Uno de los sitios que tienes que conocer es la plaza del Charco, probablemente uno de los puntos más importantes del municipio. Está presidida por palmeras y laureles de indias que se imputaron de Cuba en 1852. Las primeras dan sombra a quienes quieren descansar en sus bancos y observar plácidamente el paisaje, con el ir y venir constante de tinerfeños y turistas, pues en este punto hay muchas tiendas, comercios, cafetería y restaurantes y es un auténtico hervidero de gente. 

Desde la plaza del Charco llegamos a la playa del Muelle, de apenas 30 metros, y si la bordeamos llegaremos a la plaza de Europa, pasando por el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl, la Cofradía de Pescadores, el Museo del Pescador y la Ermita de las Lonjas. Nosotros no hicimos parada, la verdad, teniendo en cuenta la prole que nos seguía. Si pasamos un buen rato en la citada plaza, en la de Europa. Esta se construyó con el objetivo de recordar las antiguas fortalezas que defendían la ciudad desde la costa y se conservan seis cañones auténticos de los siglos XVIII y XIX. El complejo está dividido en distintos niveles, por lo que irás subiendo y bajando unos cuantos escalones –¡ojo si vas con carrito de paseo!–, y te toparás con varias esculturas en homenaje a personalidades importantes para las Islas Canarias. Las vistas desde aquí no están nada mal y si prosigues el camino llegas al Paseo de San Telmo, con comercios y restaurantes a un lado y la playa homónima al otro. Al fondo, si sigues caminando, el lago Martiánez… 

Hay otros atractivos y lugares para visitar en Puerto de la Cruz si decides ir de viaje a Tenerife con niños. Desde nuestro hotel llegábamos en apenas cinco minutos a playa Jardín, de arena volcánica, negra y fina. Acostumbrados al litoral de la Costa del Sol y de Cádiz, el contraste es espectacular. Ni mejor ni peor. ¡Muy diferente! Desde aquí vimos un precioso atardecer y nos topamos por sorpresa con pequeños montículos de piedras. Según nos explicaron algunos de los transeúntes, quienes pasan por aquí suelen dejar su ‘granito de arena’ –en este caso, en forma de roca– y ponen una piedra en algunas de las hileras que se encuentran. No sabemos bien quién empezaría con esta costumbre pero sí he leído en prensa que algunas asociaciones ecologistas están en contra de estas especie de torres. Apuntan que altera el ecosistema, ya que al remover las rocas de la zona se destruye el hábitat natural de muchas especies autóctonas que anidan en el lugar. 

El caso es que nos pareció curioso, la verdad, pues han ido creando senderos entre los piedras apiladas y es normal ver a los niños recorrerlos llevados por la curiosidad, como si de un laberinto se tratara. Da a la zona un aspecto un tanto misterioso, teniendo en cuenta que estamos en una playa de arena negra que ya de por sí llama la atención, al menos a quienes no estamos acostumbrados a verla… Jimena y yo pasemos por uno de los caminos marcados e incluso ella puso su piedrecita para dejar constancia de haber pasado por aquí. No teníamos ni idea de lo que esgrimen los ecologistas al respecto. De haber tenido conciencia de ello se lo habría explicado a la peque para que supiera de dónde viene todo esto. 

Lago Martiánez

Mención aparte y visita especial merece el famoso lago Martiánez, que está en Puerto de la Cruz. Se encuentra en el extremo contrario al que está el hotel Noelia, donde nos alojábamos, por lo que fuimos en coche. En apenas 10-15 minutos llegamos y nos sorprendió –gratamente– lo que encontramos. De hecho, fuimos a pasar la tarde, llegamos sobre las 17 horas, y si lo llegamos a saber habríamos ido a pasar el día. Teniendo en cuenta que se trata de un viaje a Tenerife con niños, este es un planazo para pasar una jornada completa de diversión en familia. 

Probablemente alguna vez hayáis oído hablar del lago Martiánez, un conjunto de piscinas de agua salada que llega directamente del océano. En total son siete lagos que representan las siete islas Canarias. Se llenan a través de tuberías de alta presión y escupen agua al aire, asemejándose a un volcán que lanza lava.

El complejo, como os podéis imaginar, está a pie de océano, por así decirlo. Cuenta con completas instalaciones: restaurantes, terrazas, jardines y tres de las piscinas están completamente adaptadas para los peques, con instalaciones para que puedan jugar y divertirse en el agua. Hay tumbonas y mesas con sillas para tomar algo tranquilamente y la verdad es que las visitas son espectaculares, a pie de montaña y junto al mar. 

Información de utilidad sobre el lago Martiánez (contrastada con la propia empresa: Precio único de 5,50 euros para adultos y 3 euros niños (de 4 a 10 años, menores de esa edad no pagan). Abre en invierno –de mediados de septiembre a principios del mes de junio– de de 10 de la mañana a 18 horas. En verano cierra entre las 19 y las 20 horas. Un punto importante: la taquilla solo abre hasta las cinco de la tarde.

Garachico y las piscinas naturales El Calentón

Como era de prever, Tenerife es un destino vacacional pasado por agua y junto con el lago Martiánez, otra de las visitas acuáticas imprescindibles es Garachico, para zambullirnos en las piscinas naturales El Calentón. Esta localidad está situada en la parte noreste de la isla, perteneciente a la comarca de Icod-Daute-Isla Baja, y sorprende por lo bonito de su casco histórico. Posee un patrimonio arquitectónico muy rico y bien conservado, de ahí que esté considerado Bien de Interés Cultural desde 1994. 

La plaza de la Libertad es el corazón del pueblo, con planta rectangular y en el centro un kiosco con templete de música que suele ser escenarios de eventos de ocio y cultura. Es un lugar perfecto para repostar, tomar algo y seguir con las visitas y además aquí se encuentran algunos de los edificios más importantes de esta villa tinerfeña. Está el ayuntamiento, la iglesia de Santa Ana, la Casa de la Cultura, la casa de los marqueses de la Quinta Roja y una escultura de Simón Bolívar –este militar y político venezolano tiene raíces garachiquenses. 

Anduvimos un rato por las callejuelas de este coqueto municipio y almorzamos en uno de los restaurantes recomendados en TripAdvisor –sí, debo confesar que somos de esos que van buscando los sitios recomendables para comer cuando visitan un destino. Cogimos mesa en Los Pinos –tuvimos que esperar un buen rato pero mereció la pena– y en la comanda, cómo no, figuraban las papas con mojo. ¡Nos encantaron! También el queso asado y la tortilla de plátano, los huevos estrellados y el pulpo y las gambas en mojo hervido. Los chocos y el pulpo a la plancha, las sardinillas fritas, los pimientos de padrón, las gambas al ajillo y la carne de cabra o los champiñones empanados eran otras de las sugerencias del local.

 

Pasamos la sobremesa y parte de la tarde en El Calentón. ¿Cómo son exactamente estas piscinas naturales? La orografía de la zona ha creado una suerte de piscinas naturales, como su nombre indica, en las que es posible bañarse con total tranquilidad. Se han construido plataformas, escaleras y zonas para reposar y tomar el sol y es una auténtica delicia. Hay que añadir la espectacularidad del paisaje, junto al castillo de San Miguel y con las vistas del famoso roque, símbolo de la erupción que arrasó Garachico hace mas de tres siglos… ¡Qué bien ha sabido renacer de las cenizas este precioso municipio! 

Las piscinas naturales El Calentón cuentan con socorriste en la temporada de verano, hay restaurante, baños públicos, zona para aparcar y otros servicios y comodidades en los aledaños. Perfecto para pasar el rato o un día entero si vas a pasar más tiempo en Tenerife. 

Rumbo al Teide

Dejamos a un lado los baños en la mar salada para montarnos a la furgo que alquilamos* y emprender la marcha rumbo al Teide. Partimos del hotel Noelia, en Puerto de la Cruz, y tomamos la carretera TF-21 que une La Orotava con el Portillo de la Villa, atravesando el parque nacional. Es una carretera con un carril por sentido, con bastantes curvas, ¿eh? Lo advierto porque si viajas con peques igual se pueden marear. Nosotros, que llevábamos cinco niños a bordo –incluyendo a Felipe, con apenas 7 meses– no tuvimos ningún problema pero no está de más tenerlo en cuenta. 

El camino merece la pena, todo hay que decirlo, y es un gustazo ir contemplando las vistas conforme se va tomando altura, con un mar de nubes a nuestros pies. Hay varios miradores en los que parar para deleitarse con la panorámica y es una manera de hacer un kit-kat, tomar agua y reponer fuerzas para seguir ascendiendo. En total son unos 40 kilómetros, aproximadamente una hora en coche, hasta llegar al kilómetro 43, donde se sitúa el teleférico del Teide para quienes quieran subir. Yo quería haberme montado pero al viajar con más personas y ser prácticamente la única interesada en subir –y sin olvidar que yo iba con koalita incluido– no me decidí, la verdad. No era el plan ideal para dejarlos esperándome un buen rato… 

Sea como fuere, para quienes sí quieran llegar a la cumbre, aquí os dejo la información: Horario de 9 a 16 horas, siendo las cuatro de la tarde la última subida al Teide. En julio, agosto y septiembre el horario se alarga hasta las 19 horas. Los precios: 27 euros los adultos y 13,50 euros los niños (no residentes, claro). Esto no incluye el permiso para acceder al cráter, ¿eh? Hay que solicitarlo a la Administración del Parque Nacional a través de internet, haciendo clic en este link. 

A modo de reseña, apuntar que el Teide tiene una altitud de 3.718 metros de altura sobre el nivel del mar y es el pico más alto del país y el tercer mayor volcán de la Tierra desde su base en el lecho oceánico (7.500 metros sobre este). La altitud de este pico convierte a Tenerife en la décima isla más alta del mundo. El volcán forma parte del Parque Nacional del Teide y se considera Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 2007. 

  • Ojo: en relación a alquilar coche en Tenerife para recorrer la isla, es fundamental ser previsores porque el parque de vehículos no es excesivamente grande en relación con el gran flujo de turistas que tiene el lugar. Fundamental reservar con antelación si no quieres verte compuesto y sin coche o, casi peor, si no te quieres ver pagando el servicio de rent a car a precio de oro.

Icod de los Vinos: Drago Milenario y Mariposario

El Drago Milenario es una de las visitas consideradas ‘imprescindibles’ en la isla. Los tinerfeños tienen un especial cariño a este árbol de alrededor de 800 millones de años de edad, Monumento Nacional desde 1917. Si te preguntas si merece la pena acercarte a Icod de los Vinos para verlo en vivo y en directo, mi respuesta es que sí. Yo no pensé que me impresionaría tanto. Me gustó muchísimo, la verdad, y ya de paso conocimos un poquito más de cerca Icod de los Vinos, el lugar donde se casó la prima Blanca. 

El Drago Milenario es el más antiguo del archipiélago, mide alrededor de 16 metros de alto y tiene una base de 20 metros de circunferencia. Alrededor del mismo se ha creado un espacio ilustrativo donde se acerca a los visitantes detalles e información de interés en relación a este majestuoso árbol. Han creado así el Parque del Drago Milenario. Puedes entrar al mismo de forma totalmente gratuita pero si quieres acercarte al Drago y contemplar su enormidad a sus pies, sí has de pagar entrada. Los adultos han de abonar cinco euros y los menores de ocho años 2,50 euros. Nosotros no accedimos al recinto, la verdad, pues desde fuera se puede ver perfectamente y justo en el mirador que hay en la iglesia de San Marcos, que está delante de este ejemplar botánico. 

En lo que respecta a Icod, en esta localidad tinerfeña la citada iglesia es una de las visitas de interés, situada en el parque de Lorenzo Cáceres, donde hay un pequeño kioskito para tomar algo y unas instalaciones urbanas para los más pequeños –columpios y algunas atracciones infantiles. Nosotros aprovechamos para sentarnos a la sombra y tomar algo para refrescarnos. Fuimos a finales del mes de agosto y tuvimos días de bastante calor. 

Otra visita interesante si planeas un viaje a Tenerife con niños y quieres conocer Icod de los Vinos, es la del mariposario, a apenas unos metros del Drago Milenario. Yo reconozco que entré sin mucho interés pero sabía que a los peques les gustaría esta atracción así que mi pareja –Pipe– se quedó con Felipe fuera, porque la humedad que hay dentro del complejo es alta. La idea es reproducir el ecosistema en el que viven las mariposas, que son muy sensibles y delicadas a las condiciones medioambientales.  

Como os decía, accedí sin grandes expectativas y cuál fue mi sorpresa –hay que decir que era la primera vez que pisaba un mariposario y probablemente eso influyó–: ¡Disfruté casi tanto como los niños! Cuentan con más de 800 mariposas exóticas –en torno a 150 especies diferentes– que vuelan en total libertad y que incluso se ‘acercan’ a saludarte y, con suerte, se posan en ti. El personal del complejo, muy amable y simpático, nos enseñó cómo es el ciclo biológico de estos insectos, cómo pasan de orugas a mariposas, de qué manera llevan a cabo el apareamiento e incluso cómo son sus bailes nupciales. Todos los días nacen ejemplares y es un auténtico espectáculo de colores y contrastes. 

Una de las más conocidas es la mariposa monarca, con sus alas de color naranja y negro. ¡Qué preciosidad! Estas las podemos encontrar con facilidad pero hay especies realmente únicas, como la morpho azul, que cuando tiene sus alas recogidas parece de color negro y al abrirlas muestra un tono azul radiante que te deja sin palabras. Y así otras muchísimas mariposas que como os cuento me impacto a mi tanto como a Jimena y Gonzalo, otro de los pequeviajeros que han descubierto Tenerife junto a Felipe.

Tras esta intensa mañana de visitas tocó reponer fuerzas y nos quedamos en la tasca La Parada. En este caso preguntamos a gente del pueblo y nos recomendaron este restaurante que fue un acierto total. Pedimos papas arrugás y ropa vieja –¡riquísima!, tetillas Canarias, queso frito y solomillo. Estaba todo delicioso y el personal, como en prácticamente todos los lugares que hemos visitado en la isla, de lo más amable y servicial. 

Tras el almuerzo decidimos regresar al hotel para descansar. El ir de vacaciones con un bebé implica, en la medida de lo posible, intentar respetar, al menos en parte, algunas de sus rutinas. Como no habíamos parado en toda la mañana regresamos a nuestra ‘casa’ tinerfeña para dormir un poco y reponer fuerzas. Felipe llevó las idas y venidas por la isla bastante bien, la verdad. Nuestro pequeviajero promete ser un trotamundos con todas las de la ley… 

Los acantilados de los Gigantes desde el mar

Amanecemos el viernes 24 de agosto en Puerto de la Cruz con un planazo en el horizonte: navegar por los acantilados de los Gigantes. Los Gigantes es una de las localidades costeras de Tenerife. Pertenece al nuncio de Santiago del Teide, al sur de la isla, y a una distancia considerable desde donde nos alojamos. 

El trayecto es de algo más de una hora –unos 55,4 kilómetros– si se toma la autopista TF-5. Existe una alternativa por carretera comarca pero nos comentaron que no es recomendable, especialmente si viajas con niños. Son muchas curvas y el trazado es un tanto irregular, con baches que terminan resultando molestos. Nosotros no lo dudamos y decidimos tomar la citada TF-5 y llegamos sin problema, salvando las típicas preguntas “¿cuánto queda?”, “¿y cuándo llegamos?”… Gajes de la escapada si vas en furgo con cinco menores que terminan aburriéndose de jugar al ‘veo, veo’ o a las adivinanzas. ¡Lógico!

Llegamos por fin a nuestro destino para pasar un rato en el Oasis de los Gigantes, un complejo turístico con piscinas en el que pasamos un buen rato y almorzamos. La ruta en barco por los acantilados era al caer la tarde. De este lugar decir que las fotografías engañan muchísimo, ¿eh? En la web sí que se imagina uno un auténtico paraíso acuático pero lo cierto es que el lugar es pequeño en comparación con las expectativas que nos crean en su página. Sea como fuere lo disfrutamos, nos refrescamos, comimos unas pizzas y de allí fuimos directos a lo que empezó como una película de piratas… 

Nada más subirnos comenzó a sonar la banda sonora de la película ‘Piratas del Caribe’ y empezaron a izar banderas. El Flipper Uno, como se llama este barco –contratamos la excursión en el hotel a 30 euros por persona, tres horas con comida incluida–, comenzó a navegar y empezamos a disfrutar del momento. Poco a poco nos íbamos alejando de tierra firme para ir bordeando esta parte de la isla. En el camino paramos en varias ocasiones para ver nadar a las ballenas, ¡fue realmente espectacular! El personal del barco nos explicó sobre las ‘normas de sociedad’ de estos animales y resultan de lo más curiosas: viven en manadas pequeñas y tienen relaciones ciertamente complejas. Se comunican entre sí a través de sonidos y son especialmente protectoras con las crías. Trabajan en equipo para conseguir un beneficio mutuo y cooperan con otras especies cuando les resulta necesario.

Llegamos finalmente a los acantilados de Masca y Los Gigantes, uno de los puntos más altos del mundo con cotas de hasta 600 metros de altitud. Quienes quisieron pudieron darse un chapuzón –y dos y tres…–, con tirolina incluida. Sin lugar a dudas una experiencia única. Yo, que reconozco ser de secano pese a ser malagueña, me quedé a bordo para tomar fotos de los que sí se animaron a dar el salto al océano.

Tocaba retomar camino de vuelta, con un atardecer precioso que dejó una paleta de colores que ya quisieran haber conseguido grandes pintores. Sin palabras. Un auténtico espectáculo a la caída del sol que nos regaló este viaje a Tenerife en familia. 

¿Loro Parque? No, gracias

El sábado era el gran día. Blanca y Octavio se daban el ‘sí, quiero’ en Icod de los Vinos. Una ceremonia sencilla, llena de magia, que se celebró en la Hacienda La Gañanía. La finca es una auténtica preciosidad, con vistas impresionantes al Teide y a los acantilados del norte de la isla. Todo cuidado hasta el más mínimo detalle. ¡Lo pasamos genial! Obviamente, ese día no hubo tiempo para más y vivimos una jornada inolvidable. Era la primera vez que acudíamos a un festejo de estas características con Felipe y lo pasamos de maravilla. 

Al día siguiente se planificó la visita al Loro Parque, uno de los lugares probablemente más recomendados para quienes van a pasar sus vacaciones en Tenerife con niños. Yo no visité el que se considera “el mejor zoo del mundo”. Me quedé con el peque y su abuela pasando el día relajadamente por Puerto de la Cruz. He de decir que estos sitios no son santo de mi devoción. Ni más ni menos. Quienes quieran incluirlo en su visita a la isla no tienen más que buscar información en la web. 

Y hasta aquí llegó nuestra intensa visita a tierras canarias en el que fue el primer viaje en avión de Felipe Felipito. La escapada no pudo salir mejor, la verdad. Obviamente quedaron mil cosas por ver pero hay que adaptarse a los nuevos tiempos y ahora hay que pensar más en el niño para hacer cada aventura lo más placentera y cómoda posible para él. Ya habrá tiempo de volver y visitar aquellos lugares y rincones –muchos, de verdad que lo se– que quedaron pendientes. 

Merry Christmas! Planes de Navidad en Londres con niños

¿Tienes pensado viajar a Londres con tus pequeños? Aquí a continuación comparto unas cuantas ideas, tanto lugares como diferentes planes para poder realizar con los reyes de la casa.

Londres siempre ha sido uno de los destinos más visitados en Europa por las personas para poder pasar unos días de ensueño, tanto en pareja como si vas solo o incluso con toda la familia. Si tienes un bebé esta ciudad solo muestra facilidad a la hora de acceder a su multitud de atracciones y lugares para que los más pequeños también puedan disfrutar.

Si estás buscando algo especial que hacer estas Navidades con los tuyos, aquí os dejo unas cuantas ideas que harán de vuestra visita a la capital inglesa un viaje inolvidable y diferente a lo convencional.

Si te encantan los mercados navideños y disfrutáis de los parques temáticos, en Londres desde finales de noviembre hasta principios de enero como cada año se celebra la feria navideña “Winter Wonderland”. Este mercadillo navideño tiene la entrada gratuita y se monta todos los años en Hyde Park. Cuenta con infinidad de atracciones, puestos de comida y bebida y, cómo no, incontables puestecillos navideños. Podéis probar la noria gigante desde 60 metros de altura, patinar en una pista de hielo o pasear por el fantástico mundo de nieve y hielo “Magical Ice Kingdom”.

Además del mercado navideño “Winter Wonderland”, hay otros distritos de Londres donde también se montan mercadillo perfectos para realizar las compras navideñas. Es el caso de Christmas Market de Tate Modern o el London Bridge Christmas Market.

Para disfrutar de las espectaculares y mundialmente reconocidas luces de Navidad en Londres, los mejores sitios son la calle Bond Street, la calle Oxford Street, la calle Regent Street y la plaza de Covent Garden, donde además podréis encontrar el Lego Santa Express, un tren animado realizado casi un millón de piezas Lego. Los días de encendido oficiales son muy especiales en la Navidad de Londres. Se trata de una de las ciudades europeas que más en serio se toma el tema de luces e iluminación. El alumbrado navideño llega a mediados de noviembre y es retirada entre la primera y segunda semana de enero. El encendido diario se realiza entre las 5pm y las 6pm por lo que id con tiempo para tener sitio y no perderos detalle. 

Y hablando de Lego. En Windsor se encuentra el parque temático Legoland, donde ofrecen un programa especial de Navidad. Para llegar allí se pueden coger trenes desde las estaciones principales Victoria Station o Blackfriars Bridge. El Acuario Sea Life de Londres recibe la visita de Papá Noel todos los años nadando entre peces y tiburones mientras son alimentados. 

En Trafalgar Square se encuentra el árbol de Navidad de más de 20 metros de altura donde padres y niños podrán disfrutar y cantar villancicos alrededor de este. Una tradición que lleva instaurada en la ciudad desde 1947, cuando los noruegos regalaron un abeto de grandes dimensiones a Londres por su colaboración en la Segunda Guerra Mundial, por lo tanto, cada año, la ciudad de Oslo dona uno y su alcalde visita la capital inglesa para presenciar el encendido.

Londres es archiconocida por albergar gran cantidad de musicales en la ciudad por lo que es un “must” poder asistir a uno de los muchos espectáculos que tiene como Matilda o Disney On Ice. Os recomiendo que compréis las entradas con anticipación tanto en musicales o parques temático ya que en esta época del año cuenta con gran afluencia de personas que viajan y puedes quedarte sin entrada.

Otros de los beneficios de esta preciosa ciudad es que la gran mayoría de los museos y los más importantes son gratuitos. Una visita obligada para ir con los pequeños es el Natural History Museum, donde disponen una amplia muestra de dinosaurios entre ellos un Rex Animatronic a tamaño real, además de que cuenta con mil metros de pista de patinaje sobre hielo alrededor del museo.

Un día de excursión con los peques a Hamleys también es una visita indispensable. La famosa juguetería es una de las más grandes del mundo, ubicada en Regent Street, cuenta con 7 plantas llenas de juguetes donde mayores y pequeños podrán jugar y probar juguetes. Las calles del West End de Londres dan la bienvenida al nuevo año con un inmenso desfile de unos 3km de ruta con acróbatas, payasos y bailarines por doquier. El arranque de su recorrido de sitúa en el famoso Hotel Ritz frente a Green Park a las 12pm de la mañana del 1 de enero.

Dato importante si vas entre el 24 y 26 de diciembre es que el 25 y 26 (Boxing Day, día de rebajas) son jornadas festivas y, por lo tanto, el horario de comercios y atracciones será reducido o incluso cerrarán. Por ejemplo, el British Museum y el London Eye echan el cierre estos días, pero que no cunda el pánico, en días como el 25 de diciembre puedes seguir haciendo turismo por la gran ciudad, recorrer sus calles y edificios históricos donde las calles estarán más despejadas. Además, muchos restaurantes ofrecen la típica comida británica “Christmas Day Lunch”.

¡Ojo! En estas fechas con el transporte público puesto que los horarios cambian, al tratarse de una época festiva, el transporte reduce sus horarios ciertos días señalados. Para poder consultar, todas las estaciones de metro y autobús tienen un panel de información con los horarios además de pantallas informativas.

A la hora de comer Londres tiene infinidad de restaurantes y bares por todas sus calles. El centro cuenta con muchos restaurantes familiares o comúnmente llamados allí “children-friendly” como Carluccio´s, Giraffe, Franco Manca o Byron.

Espero que esta guía sea útil para planear tu viaje y pasar tus festividades en la capital inglesa este año.

Puede que yo no lo recuerde pero mamá y papá jamás lo olvidarán

El 20 de agosto me subía por primera vez a un avión. íbamos –eso dicen mis papás– a Tenerife para pasar una semana de vacaciones y asistir a la boda de la prima Blanca. Han pasado tres semanas de eso y ciertamente no, yo ya no me acuerdo de nada. De hecho, en ningún momento fui consciente de viajar en ese aparato alargado con dos grandes brazos sobresaliendo del cuerpo. No. ¿Eso es un avión?

¿Sabéis lo que sí percibí? La alegría e ilusión de María y Pipe –ellos son esos a los que en un tiempo llamaré papá y mamá– por llevarme en brazos por el aeropuerto y al sentarme en sus regazos en pleno vuelo. Han sido muchos años de soñar despiertos con ese momento y por fin se hizo realidad. Está claro que jamás lo olvidarán y se les nota el brillo en la mirada cuando recuerdan ese instante y al fantasear con las próximas escapadas que están planeando conmigo.

Y es que si bien es cierto que yo, Felipe, con apenas siete meses, cuando crezca no me acordaré prácticamente de nada de estos primeros viajes, allí estarán mis padres para contármelo, para mostrarme fotos y revivir conmigo determinados instantes y recuperar anécdotas de las que se graban a fuego en el corazón. Es evidente que a día de hoy con estar con ellos me es más que suficiente, no necesito nada más, pero también lo es que ellos están disfrutando de lo lindo y esas sensaciones y emociones que experimentan es motivo suficiente para que sigan recorriendo el mundo ahora conmigo en brazos y pronto de la mano.

Os cuento esto porque son muchas las personas que ya les han dicho eso de que ‘no se va a acordar de nada’, ‘mejor viajar cuando sea más mayorcito y recuerde donde estuvo o lo que vio’. Eso llegará, está claro, y es de lógica que cuando tenga unos añitos me asomaré al mundo de otra manera. Pero mientras tanto, ¿por qué no volar, navegar o subirse a un tren si para ellos es una ilusión cumplida?

En los próximos meses me esperan unas cuantas idas y venidas aunque yo no lo se, está claro. Escucho a la abuela Lola decirle a mamá que le da miedo el crucero –“¡tan chico en un barco tan grande!”– y en el cajón de mi habitación veo guardar algo que parece un gorrito de lana –“guapo y abrigado para ir a Londres”. En primavera, ya tienen comprados billetes para Viena, desde donde recorrerán parte de Austria… ¡Y a menudo escucho hablar sobre el ‘viaje grande de 2019’! ¿Qué será eso?

Lo cierto es que a mi, desde mi cuerpecito y mi cerebro de un bebé de siete meses, todo me importa un bledo, como a ese tal Rhett Butler. Mientras vaya con mamá y papá seguiré sintiéndome seguro, feliz y tranquilo, esté donde esté, vaya donde vaya… Hasta el infinito y más allá.